¿El reciclaje de plásticos, una medida suficiente?
El reciclaje es una práctica que empieza a estar consolidada en el territorio. Aun así, los datos distan de los objetivos establecidos por la Comunidad Europea recogidos en el paquete sobre economía circular, la cual marca un reciclaje del 65% de los residuos municipales por el año 2030 y un 75% en el caso específico de los envases. Pero la pregunta va más allá de estas buenas intenciones: ¿Tenemos bastante con el reciclaje?
Según el cálculo del Destino de Reciclaje (DREC), ideado por la Agencia Catalana de Residuos en el marco del proyecto Interreg IVC Regiones for Recycling, que tiene la finalidad de evaluar las cantidades de residuos municipales que realmente llegan a plantas de reciclaje, Cataluña cerró el 2016 con un índice de DREC del 36,86%. Las cifras a nivel mundial son todavía más alarmantes: el 72% de los envases utilizados no se recuperan y van a parar directamente al medio, mientras que el 14% van a incineradoras y el resto, casi un 15% a reciclaje, según datos de la reciente publicación de la Fundación Ellen MacArthur.
Concretamente en el reciclaje de envases, gran parte de estos residuos no son reciclables. La tasa DREC de reciclaje de los envases ligeros fue del 4,1% en 2016. Según los estudios de Pere Roura del Grupo de Investigación en Materiales y Termodinámica de la Universitat de Girona, la baja tasa actual de reciclaje de los residuos plásticos es debida a la existencia de tres barreras: la dificultad de la identificación y separación de polímeros, la calidad de los plásticos reciclados y la rentabilidad económica que supone la actividad. Además, la industria del reciclaje genera un impacto ambiental a tener en cuenta, ya sea por la emisión de gases altamente contaminantes como por la generación de residuos peligrosos.
Para varias entidades ecologistas, la mejor opción es la reutilización de los envases y la reducción del consumo de plástico. O sea, rechazar los productos desechables y promover la reutilización de envases perdurables.
Final del formulario
Datos generales de la recogida selectiva
Según datos de la Agencia Catalana de Residuos (ACR), en el 2016 se generaron unos 3,73 millones de toneladas de residuos municipales, de los cuales sólo el 38,5% son recogidos en los contenedores selectivos. El índice de recogida selectiva neta es del 30%, puesto que el 8,5% es residuo impropio que no corresponde a la fracción de recogida selectiva. Así pues, aquellos residuos de rechazo o que no se recogen selectivamente (fracción resta) ha aumentado un 1,31% respecto del año anterior y la recogida selectiva ha disminuido un 0,6%, también en comparación con el 2015.
Las recogidas selectivas domésticas más numerosas son las de materia orgánica con un 10,1% del total de la recogida selectiva bruta, el papel y el cartón con un 7,1%, un 4,5% de vidrio y envases con un 3,7%. El resto de recogida selectiva responde a otros materiales como poda, escombro, textil y otros residuos específicos. Estos irán a una planta de selección o recuperación. Allá es donde se validarán los residuos, se separarán los materiales impropios a reciclar (rechazo) y se agruparán por tipología, para después pasar a las plantas de reciclaje.
El objetivo de la recogida selectiva es reunir los residuos de características similares para posibilitar así su reciclaje, la fabricación de nuevos productos y evitar que se destinen a vertederos o incineradoras. A pesar de esto, de los 2,27 millones de toneladas de residuos no reciclados (fracción resta), el 35,72% han ido a parar a plantas incineradoras y el 64,28% a depósitos controlados.
Proceso de reciclaje de envases de plástico
En el estado español hay 95 plantas de selección de envases, de las cuales 13 están en Cataluña. La planta de selección de envases ligeros, o sea, de aquellos residuos que se pueden encontrar a los contenedores amarillos, es la encargada de separar los tipos de envases como mínimo en tres fracciones: metales (acero y aluminio), plásticos (PEDO, PEAD, papel plástico y plástico mezcla) y brics. Por ejemplo y tal como explica la empresa Ecoembes: Una botella de agua es un ejemplo de plástico PEDO; una lata de conservas es un ejemplo de metal y una bolsa de patatas fritas de plástico mezcla.
Del total de los residuos que se encuentran en los contenedores amarillos, sólo el 69,3% son envases que van a parar a las plantas de reciclaje, según datos del ACR. Hay que indicar que estos desechos son los que más residuos impropios generan. En otras palabras, el 30,4% de residuos que van a parar a los contenedores amarillos no son reciclables. ¿Por qué? Pues puede haber varios factores que condicionan este procedimiento, pero gran parte de la explicación viene dada porque muchos residuos plásticos no son reciclables para generar un material de calidad.
Una vez estos residuos llegan a las plantas de reciclaje, los envases plásticos son reciclados y convertidos en nuevos productos, como bolsas de plástico, mobiliario urbano, señalización u otros envases. Para conseguir esto, el proceso de reciclaje se sirve de dos métodos: el mecánico y el químico. En el proceso mecánico los envases se trituran y se funden para conseguir una nueva materia de la cual se fabricarán los productos reciclados. Este mecanismo es el que menos calidad de material genera y el que ha traído más descrédito del plástico reciclado entre los fabricantes. El otro proceso es el químico y consiste en reducir los plásticos a sus constituyentes químicos básicos, para poder polimerizarse nuevamente y generar plástico. Este proceso de recuperación, a diferencia del reciclaje mecánico, mantiene la calidad del polímero.
Los costes de los procesos de reciclaje dependen mucho del precio del petróleo (una de sus materias primeras) y de los costes de transporte, pero en muchos casos resultan superiores a los del material virgen, según datos extraídos de los estudios de Pere Roure.
Ambos procesos tienen un impacto ambiental alto, puesto que son industrias que generan gases nocivos, que provocan el efecto invernadero y también procesos de acidificación, así como residuos contaminantes del suelo y de las aguas residuales, entre otras. Aun así, en términos generales, el reciclaje puede generar menos contaminación que la incineración de estos tipos residuos, a pesar de que se genere volumen energético.
Reducir y reutilizar
Según datos del ACR, en 2011 la demanda de materiales plásticos de los 27 países de la Unión Europea ascendió a 47 millones de toneladas. Se destinan principalmente para la manufactura de envases y embalajes (40%), seguido por otros mercados, como son los materiales de construcción, componentes de automóviles y equipamientos eléctricos y electrónicos, entre otros. Según los últimos datos de CICLOPLAST, en 2009 se reciclaron 483.000 toneladas de material plástico al estado español. Esto representa cerca del 16% del consumo total de material plástico (3.100.000 toneladas). A priori, éste es un dato que tiene que aumentar, puesto que hay el compromiso de promover el uso de materia reciclada desde varias instituciones y organismos. Pero hay que recordar que la contaminación que provocan los plásticos desechables no se resuelve sólo con el reciclaje. Una contaminación que va más allá de la que se deriva de la gestión de estos residuos, puesto que hay miles de toneladas de plásticos esparcidos por en todo el planeta. Según datos de la organización Seas at Risk, el 10% de residuos plásticos acaban ensuciando los mares y océanos. Sólo en Europa se calcula que 100.000 toneladas de plástico llegan al mar, procedentes de las costas.
Tal como apunta la entidad Plastic Pollution Coalition, el reciclaje del plástico no es una solución sostenible, tal y como se ha expuesto, la materia reciclada tiene un elevado coste (en varios niveles) y no frena la necesidad de producir más plástico virgen. En palabras del periodista Xavier Bosch a un artículo del medio Ecodiari : "Es esencial comprender que la contaminación por plástico no se resolverá mediante el fomento del "reciclaje". La contaminación del plástico es el resultado de la cultura de un solo uso. Perpetuar el mito de reciclaje de plástico crea una cortina de humo que retrasa la adopción de soluciones eficaces y sostenibles, como por ejemplo la responsabilidad del productor y la eliminación de plásticos desechables".
La reducción del uso del plástico y la reutilización son dos de las acciones que más cambios podrían generar en la contaminación por este tipo de residuos. De hecho, ya hay varias iniciativas en el ámbito de la reutilización como la campaña "Residuo Cero", el ecodiseño o las estrategias de rediseño en las innovaciones empresariales.