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Uno de los residuos más contaminantes: las colillas de cigarro

16/02/2018
Las colillas de los cigarros son unos de los residuos más preocupantes en el ámbito doméstico. Por un lado es un desecho masivo en todo el planeta. Según el estudio "Tobacco Control" del British Medical Journal se llegan a lanzar cada año 4,5 billones de colillas. De hecho, en datos más localizados facilitados por la Plataforma "No más colillas en el tierra", en Barcelona se tiran en el suelo más de 500.000 colillas por día, representando así el 33,3% de la basura de la ciudad. Por otro lado, este residuo es uno de los más contaminantes en nuestro medio y sobre todo en el marino, que es donde van a parar millones y millones de colillas arrastradas por las aguas de alcantarillado, lluvia o residuales. Al ser un residuo muy difícil de reciclar, es de vital importancia que tomemos conciencia de cómo tratar este desecho para que su impacto pueda ser el mínimo.
 
¿De qué está compuesta una colilla?
 
Una colilla de cigarrillo es aquella parte final del cigarro que sobra después de haber fumado. Está compuesta por un filtro, el cual está hecho normalmente de acetato de celulosa. Un plástico que se puede romper, pero que no es biodegradable. Este filtro está rodeado y unido adhesivamente por un papel resistente, generalmente hidrófugo y pigmentado. El papel de fumar, el que recubre el cigarro, se obtiene a partir de pasta de cáñamo, lino o arroz y normalmente esta texturizado. Es un papel delgado pero muy resistente, puede ser de color y, generalmente, está impregnado de varias sustancias como el nitrato de potasio, creosota o sabores específicos. Podemos encontrar de más o menos porosidad, pero la mayoría incluyen en sus componentes cloro o sulfato de amonio para facilitar la combustión. En los cigarros industriales, el papel contiene materias de carga (carbonato cálcico) que potencian la combustión igual que otros aditivos como las sales trisódicas o tripotásicas del ácido cítrico.
Cuando fumamos un cigarro, en el filtro y en la parte final se acumulan todos los residuos tóxicos de la combustión del tabaco y del papel haciendo que haya una alta acumulación de nicotina, monóxido de carbono, alquitrán, amonio, piridina y varios metales.

¿Qué impacto ambiental tiene?

Las colillas son materiales que no son biodegradables y por lo tanto perduran en el tiempo en el medio. La mayor parte de colillas que lanzamos van a parar a los mares y océanos arrastradas por las aguas de la lluvia o residuales. Según el estudio anteriormente citado del British Medical Journal, las colillas son el residuo más común en el entorno marino y causa de fuentes localizadas de contaminación. Concretamente las colillas desprenden todos los tóxicos en el medio y entre ellos se localizan altos niveles de metales como por ejemplo el cadmio, hierro, níquel, zinc, magnesio o arsénico. Según datos de la Plataforma "No más colillas al suelo", una sola colilla puede contaminar hasta 50 litros de agua dulce y 10 de agua salada. Por lo tanto, la flora y la fauna del ecosistema marino se ven afectadas por este tipo de contaminante, ya sea porque los animales lo confunden con comida, como por la calidad del agua. Y es que una sola colilla podría matar a todos los peces de un acuario en menos de 3 días, según los mismos datos de la Plataforma. Además, las colillas también tienen una afectación más grande si analizamos el uso que hacen las aves (en muchos nidos urbanos están presentes las colillas) o la contaminación y pérdida de fertilidad que se genera cuando estas se depositan en el suelo dentro del medio natural. Tampoco podemos olvidar que el 50% de los incendios son provocados por colillas mal apagadas o directamente encendidas lanzadas en el medio natural.

Un residuo muy difícil de reciclar

Las colillas no son posibles de reciclar a escala industrial, puesto que no hay una tecnología específica para hacerlo. Es más, si entran en contacto con residuos orgánicos, estos se contaminan y se pierde la posibilidad de recuperarlos o compostarlos. Lo único que podemos hacer es reducir su consumo (dejar de fumar), como primera opción y la más saludable, y hacer una recogida controlada de estas. Hay pequeñas iniciativas que tienen proyectos de recuperación y reciclaje como "Tierra Cycle" o "Innova Green System" en Estados Unidos, "Deriva 360º" en Barcelona o el proyecto de diseño y confección "Mantis" de Chile. Muchas de estas iniciativas se basan en lavar las colillas y reutilizar el filtro para hacer otros productos o materias.

El lanzamiento de colillas en el suelo se vio agravado con la normativa antitabaco de 2005 donde se prohibía fumar en lugares públicos. Esto provocó que en algunos ordenamientos municipales, el hecho de lanzar colillas en el suelo se pasara a sancionar con una multa económica que puede llegar a los 450€. Pero por muchas sanciones que impongan y prohibiciones que se estipulen, el cambio real vendrá con una concienciación ecológica y medioambiental. Seguramente, las medidas pasan por equipar más y mejor, con ceniceros o contenedores, los lugares de concentración de personas fumadoras: ante los centros de trabajo, en terrazas de bares y restaurantes o en acontecimientos al aire libre, entre otros muchos espacios. Otra de las medidas que varias organizaciones están potenciando es que las personas fumadoras lleven encima un cenicero portátil para poder almacenar sus colillas o el reparto de ceniceros individuales en espacios naturales, cómo son los ceniceros cónicos de las playas.

 

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